Me sobran las sonrisas que sin querer he reservado.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Christmas time;


Se escuchan risas desde el salón, el choque de los vasos, a Raphael cantando en la televisión. Se ven luces de colores, huele a Champagne. Sí, felicidades, es Noche Buena. Todo el mundo celebra tranquilamente en sus casas o en los bares, felices, divertidos, cantando, bailando y brindando. Puede que unos estén más o menos cansados, tengan más o menos ganas de fiesta, pero todos celebran. "Ha nacido el niño de Dios" dicen. Pero tú, tú simplemente no tienes ganas de nada. No tienes ganas de celebrar algo en lo que ni siquiera crees. Y además ¿Por qué te obligan a ser feliz? Se supone que la Navidad es sinónimo de Felicidad, pero NO. Para ti no. Estás sola en esta esquina de la casa, escribiendo esta entrada, estas letras, en este preciso instante. Los demás están demasiado ocupados como para fijarse en que no estás. Y ciertamente lo agradeces, no tienes ganas de que se fijen en las suaves lágrimas que recorren tus mejillas.
Te engañas a ti misma, te dices que no tienes ni idea de por qué estás llorando, pero sinceramente ¿Lo sabes? Lloras por su pérdida, lloras por la enfermedad, lloras porque, aún en medio de la gente, te sientes sola. Lloras porque necesitas a alguien a tu lado ahora y, sin embargo, es imposible que esté contigo. Lloras porque ni tú misma sabes lo que quieres. Y los ojos te arden, totalmente secos, sin una gota de líquido. Y tu cuerpo se ahoga, toses y quedas casi sin aire. Y la única solución es un vaso de alcohol que hace que arda tu garganta. No te sientes mejor, pero al menos lo intentas. ¿Qué coño puedes hacer ahora, cuando tu única compañía es un vaso de Vodka? Cuando lo único que te importa está ahí fuera, haciendo cualquier cosa menos pensar en ti.

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