Me sobran las sonrisas que sin querer he reservado.

jueves, 7 de octubre de 2010

Nobody loves like we



Nadie podrá amar nunca como nosotros hemos amado. No porque amemos mejor o peor, más o menos. Amamos a nuestra manera, con nuestra forma de entender las cosas. Quizás nosotros damos importancia a detalles que otros no aprecian. O al revés. Nosotros hacemos cosas que para otros serían impensables.
Quizás nosotros recordamos una y otra vez un mismo sueño en el que se cumplen cosas imposibles en realidad, en el que al fin consigues ese beso tan deseado, ese encuentro que parece tan lejano, ese abrazo cálido de esa persona tan especial. Cosas, quizá, sin sentido para los demás, pero tan normales para ti.
Otros a lo mejor entienden por amar el simple placer. Un beso, una noche y ahí quedó todo. Aunque se repita, no pasa de eso.
Algunos extraños volverán la mirada al pasado, recordando un amor dulce que ya acabó. O que continúa.
Y yo me limito a soñar despierta con una historia que para mí es real, pero por la que muchos me llamarían loca. Simplemente escribo nuestros nombres en cada papel que tengo, en cualquier esquina de la playa, en la madera de la puerta, en el ordenador. Espero que en la chapa de la lata de coca-cola me salga la inicial de su nombre. Espero acertar en el color de los tronquitos de las pipas, para que el deseo que siempre pido se cumpla. Soy de las que le gusta levantar la vista al cielo pensando en él y sonreir. Y, aunque parezca tonta en ese instante, me siento muchísimo más feliz que cualquiera que se crea listo. De ilusiones se vive, al fin y al cabo

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